
Sentado en la mesa de una cafetería, una mañana de sábado bullicioso, la gente va de aquí para allá. En la radio suena una canción. Si, de esas canciones que se meten en la mente, cautivan el corazón y llenan el alma de mil sentimientos.
Pese a ser un rebelde y alocado soñador, en mi interior habita un romántico. Sinceramente, creo en esas historias que cuentan algunas canciones. Y me da igual lo que piensen los demás.
Mientras me tomo mi café con leche, observo tu sonrisa y pienso en cómo la gente se enamora de formas misteriosas.
Recuerdo aquellos acordes de guitarra que un día mis manos compusieron las estrofas de una canción que el tiempo se la llevo con la brisa del mar. Pero levanto la mirada y tu sonrisa está ahí. Quizás sea todo parte de un plan, y yo solo seguiré cometiendo los mismos errores.
El verdadero amor no se basa en sólo el deseo físico de la juventud, si no que se asienta en saber que no se va a dejar de sentir la pasión y el cariño por la persona amada aun cuando los años pasen, los cuerpos pierdan pelo, memoria y agilidad, porque siempre estarán juntos ya que se enamoran día a día.
Quisiera pensar en voz alta, pero no me atrevo, me da miedo que al pronunciar las primeras palabras todo se disipe y se convierta en un simple sueño. Es por eso que decido escribir y plasmar todo esto para que el sonido del silencio lo susurre en lo más profundo del alma y no se desvanezca.
[Por: © Jaume Ferrer - 16.May.2015 | 13:03 horas]
