[ (c) Jaume Ferrer | Viernes 16 Agt 2013 - 05:35 h ]
Es muy temprano, aún no clarea y la tristeza se apodera de mi. No debería dejar que así fuera, pero uno no es de hielo, tiene sentimientos y cuando hay algo o alguien que hace daño, me duele.
He dejado en el transcurrir de los últimos tiempos que mis cosas personales ocupasen un segundo plano para poder ayudar a una persona que se ha convertido más que un amigo en un hermano.
Hemos compartido penas y alegrías, éxitos ( estos los menos ) y muchos fracasos, pero sobre todo en nosotros ha habido una gran transformación, al menos yo lo pienso y siento así, tanto personal como espiritual porque ahí ha estado en medio de nuestras circunstancias Dios guiando cada paso para que realmente se hiciera su plan en la vida de cada uno.
Pero es ahora cuando la decepción aflora en mi. Veo una amistad que se desvanece. Me siento como un pañuelo de usar y tirar al que durante este tiempo, especialmente los últimos meses por no querer seguir un camino, que pienso no es el correcto, pienso que no es el a que el Señor quiere que siga, pues me han tirado al cubo de la basura.



