Hoy he aprendido, mejor dicho, he reaprendio que cuando voy a trabajar la clave está en entender realmente para quien trabajo. Que mi jefe no es la empresa para la que trabajo o mi jefe de redacción. Mi verdadero jefe es Jesucristo.
Si quieres que tu trabajo sea bendecido por Dios, lo primero que debes hacer es Empezar a trabajar con entusiasmo y bendiciendo el trabajo que realizas.
Bendigamos el trabajo, especialmente aquel quien hoy en día tenga trabajo, y reconozcamos que:
"Todo lo que hagáis, hacerlo de buena gana, de corazón, como si estuvierais sirviendo al Señor Jesucristo y no para los hombres; Sabiendo que de Dios recibiréis la recompensa de la herencia que ha prometido a su pueblo. Recodad que servís a Cristo, que es vuestro verdadero dueño".
[Colosenses 3:23-24]
Pidamos a Dios que nos ayude a ver siempre su mano en nuestro trabajo.
Que cada día al trabajar lo hagamos con alabanza y honra a Dios, manifestando su gloria y luz para que otros lo conozcan y entreguen sus vidas a Dios.
Los que hoy en día tenéis trabajo, por muy duro que este puede ser e independientemente de como sea vuestro jefe o como puedan ser vuestros compañeros, no trabajáis para ellos ni para vosotros, estáis trabajando para Dios.

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