Tener
Fé, es aceptar lo que Dios permite en nuestra vida aunque no lo entendamos,
aunque no nos guste. Debemos creer en lugar de recurrir a la duda, que es lo
más fácil.
Para
muchos creer en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los
de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes
derroteros. Pero todavía hay una forma mas elevada de creer. Saber que nuestra
vida está en las manos de DIOS y que ÉL es quien cuida de nosotros.
No
negaré que hay momentos que podemos pensar en tirar la toalla, en darnos por
vencido, pero en esos momentos donde las lágrimas caen como puños, el corazón
se me estremece y todo el ser se siente débil es cuando la presencia del SEÑOR junto
a nosotros nos da las fuerzas para seguir.
Es
en ese momento cuando las lágrimas se convierten en una oración y ÉL nos responde.
Unas ocasiones con su palabra la
Biblia , otras con las palabras de personas cercanas a
nosotros o a través de algún extraño, incluso hay momentos que con solo una sonrisa o un abrazo de
alguien conocido DIOS nos dice “no te
preocupes, yo estoy aquí a tu lado, no tengas miedo, lo que para ti es imposible para mi nada es imposible”.
Por
ello, a pesar de esos momentos de debilidad tenemos que aprender que debemos guiar
y dirigir nuestra vida, pero no con la vista, sino con el corazón. La razón
necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo
de esperanza. Las cosas más bellas y grandes que el SEÑOR a través de la vida
nos regala no se pueden ver, ni siquiera palpar, sólo se pueden acariciar con
el Espíritu de DIOS.
Los
reveses y fracasos en cualquier área de nuestra vida nos entristecen, pero debemos
levantarnos porque es más triste quedarse lamentándose en la autocompasión,
atrapados por la frustración y la amargura.
Tenemos
que aprender a no confiaba en lo material, a no vivir relaciones vacías y huecas porque cuando perdamos todo lo que hemos
conseguido, no nos sentiremos hundidos, sino liberados, ya no iremos cargados, ya
no dependerá todo de nosotros mismos
sino del PLAN que DIOS tiene previsto para nuestra vida y por eso debemos dejar que ÉL
tenga el control de nuestra vida.
Sí,
no negaré que cuando viene el momento de bajón, debilidad no lo veamos así
por unos minutos, instantes y en ocasiones por unos días. Pero la misericordia y
el amor de DIOS están ahí y hacen que nos levantemos de nuevo dejando nuestros
problemas en manos de ÉL y nos arrojemos a sus brazos antes que el abismo de la
desesperación nos consuma.
© Ferrer | Martes 28 enero 2014 – 10:25 h
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