“Hola Silencio, mi viejo amigo. Hoy vienes acompañado de la Oscuridad”…
Os habéis propuesto algo en el día de hoy, pero yo no quiero haceros caso. En la noche ya me habéis atormentado con sueños interminables en los que el Silencio y la Soledad me embargabais y me llevabais por el desfiladero de la Tristeza.
Hoy al salir a la calle escucho el Sonido del Silencio de la gente que habla, habla y habla y no se comunica. ¿No hay nadie que se atreva a romper ese Sonido del Silencio?... Hoy puede ser un gran día si nos lo proponemos. Podemos empezar por poner un susurro al silencio y poco a poco comunicarnos con la persona que se encuentra a nuestro lado. Aparquemos los gritos en el desván del olvido y pongamos luz y ritmo armonioso a cada sonido.
Tal vez vengan momentos oscuros, tormentas que hagan que nuestro yo más profundo zozobre y que nuestra vida se quede a la deriva. Puede que el viento de poniente nos quiera arrastrar hacia el ojo de un huracán plagado de tempestades, pero debemos aferrarnos a la promesa de quien nos dijo “hijo, hija no desmayes yo estoy contigo, coge mi mano y sígueme”.
¡Sí!, aferrémonos a Jesús quien hace más de dos mil años anduvo por esta tierra perdonando y amando al ser humano. Cojamos la mano de aquel que se sacrificó por nosotros y se entregó para morir por ti y por mí. Pongamos rumbo a la otra orilla, allí Él nos espera con las manos abiertas para recibirnos con su inmenso amor y protección.
Quizás te preguntes como yo también me he preguntado, ¿cómo conseguir salir del Silencio y la Oscuridad, de esas circunstancias que me ahogan y cómo tener la esperanza de que el sol volverá a brillar?. Algunos seguimos el rumbo, con tan solo la brújula de la Palabra de Dios, dejándonos controlar por Jesús.
“Hola Silencio, mi viejo amigo. Hoy vienes acompañado de la Oscuridad”…
Queréis que hoy no vea las dificultades o simplemente no sea capaz de sobrellevarlas. Pero yo se en quien confió, en Dios. Pero esto no siempre es fácil, es como saber esperar algo por simple fe, aunque en esos momentos no haya nada palpitable a lo que agarrase.
“Adiós Silencio. Adiós Oscuridad”… Hoy no vais a ser los vencedores, porque la victoria es de mi Señor, de mi Padre Dios. Es una victoria eterna que va más allá de la muerte.

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