miércoles, 6 de febrero de 2013

EL PASO DEL TIEMPO




El tiempo es un verdadero misterio. No terminamos de entender el profundo influjo que ejerce sobre nosotros. Sin embargo, más allá del misterio que entraña el tiempo, quizá debería preocuparnos lo que hacemos con él.

Las soleadas mañanas de invierno que se cuelan por la ventana de mi habitación, el calor de los besos y abrazos de mi hijo Pau, el tibio susurro de una voz amiga. El tiempo pasa inexorablemente para todos. Quisiéramos, quizás, ver cómo se detiene en un determinado punto en el que, quizá, consideramos que fuimos felices, si es que eso existe en sentido general, más allá de un momento específico.

Cuando de vez en cuando el transitar de los años me doblega a la nostalgia suelo hacer inventario de las muchas cosas por las que merece la pena vivir. La fresca brisa del mar al amanecer, un atardecer viendo como el sol se oculta, la sonrisa de una cara desconocida con la que nos cruzamos en la calle, un vaso de agua que nos acompaña, el soniquete de nuestra canción favorita, las olas del mar que forman nubes de espuma blanca en su cresta, el lazo estrecho que une el pasado y el presente, la indescriptible misericordia de DIOS, la esperanza de vida eterna... Somos seres privilegiados y a menudo nos olvidamos de ello.

He aprendido que con el paso de los años, éstos me han aportado sabiduría, prudencia y buen hacer. Es decir, un crecimiento y aprendizaje continúo. Hoy a mis 50 años deseo que ese paso del tiempo traiga a mi corazón más sabiduría, poder crecer en energía.

Pido a DIOS me dé discernimiento para que con el devenir de los años, no acentué todos y cada uno de mis errores y defectos. Que se corrijan y se disuelvan si es posible. Que con el rumbo que DIOS imprime a mi corazón, con su intervención, poder ser una nueva persona, maduro, con prudencia, autocontrol, coherencia, con sabiduría… y contar con una buena dosis de su poder divino para que la obra del Espíritu Santo esté en mi corazón, en mis actos y también en mis palabras.

Además, pido a DIOS que me ayude a no tener miedo de ir contracorriente para vivir mi Fe en Él. A no tener miedo a servirle, olvidándome de mi mismo, y todo en la gracia de DIOS.

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