Hoy con el soplo de la brisa del mar,
de nuevo me has dicho que estás a mi lado. Con las primeras luces del día he
notado el calor de tu amor. Con el canto de los pájaros me has
animado a seguir andando un día tras otro. Por todo eso cada mañana al despertar
te doy gracias Dios mío.
Por la noche al descansar, agradezco
las bondades que a mi vida das. Te agradezco todo lo que me permites disfrutar.
Hoy en un paréntesis matinal, he ido ha contemplar
tu majestad reflejada en el mar. He contemplado el resplandor de la luz del sol
naciendo un día más, y lo infinito que es el cielo azul. Todo es obra de tus
manos.
Es por ello que no he podido
dejar de preguntarte: ¿Dios, quién soy yo para que cada día te acuerdes de mí?.
¡Cuán grandes son tus obras, y cuán grande eres tú, oh Señor!.
©
Jaume Ferrer | 24 Abr 2013 – 07:35 hrs

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