“Por medio de un solo hombre (Adán) el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entro la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron“. [Romanos 5:12]
Vivimos
un tiempo de confinamiento donde todo el mundo habla del Covid-19, un
virus que ha traído muerte pero muchos son los contagiados que
sobreviven, que sanan; así como vemos el esfuerzo de sanitarios y
científicos, también otros colectivos que luchan por ganar esta
guerra, que algunos la han denominado ya como la Tercera Guerra
Mundial, sin armas.
Los
gobernantes del planeta intentan poner solución a los estragos tanto
sanitarios como económicos que este virus está ocasionando. Algunos
quieren señalar culpables, otros acusan o critican que no se han
hecho ni se están haciendo las cosas bien.
La
gente en general, los hay quien están pendientes o consumen
vorazmente las noticias sobre esta pandemia. Otros intentan evadirse
de la situación como si la cosa no fuera con ellos. Y los hay
quienes buscan sacar partido del mal de todos.
En
este 2020, en pleno siglo XXI, el ser humano sigue igual que en
tiempos de Jesús. Hoy al igual que entonces existe un virus mucho
más peligroso que el Covid-19. Es mucho más devastador. Infecta a
cada ser humano, lo quiera o no: ¡es el pecado!.
Este
virus mortal contaminó a Adán y Eva, y con ellos infectó a la
humanidad entera, una generación tras otra. Cada ser humano está
contaminado y puede ver múltiples síntomas de ello en su propia
vida.
Algunos pueden parecer benignos como la mentira, la burla, los celos; otros parecen más graves: el hurto, el asesinato, la corrupción moral, etc. Pero todos tienen el mismo origen y conducen al mismo fin fatal: la muerte. “Por medio de un solo hombre (Adán) el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entro la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron“. [Romanos 5:12]
La
muerte destruye al cuerpo, pero el alma subsiste ante Dios, y el que
no crea a Dios, sufrirá la “segunda
muerte” [Apocalipsis
20:14], es decir, el eterno alejamiento de Dios.
Estos
días estamos en plena guerra por encontrar un remedio que venza esta
pandemia. La gente está muy pendiente de las noticias sobre si
pronto habrá un remedio para el coronavirus. El temor está en
muchas personas por las muertes que se producen y los afectados por
el virus.
Pero
hoy, como en tiempos de Cristo hay una Buena Noticia que todos
debemos saber: Dios es “quien
perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus
dolencias” [Salmo
103:3].
Dios
como creador y padre ama a la humanidad por ello dio el único
remedio eficaz para sanar y escapar del juicio de la segunda muerte,
es “la
sangre preciosa” [1
Juan 1:7] de “su
Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino
que tenga vida eterna”.
[Juan 3:16]
Hoy
Dios sigue diciendo a la humanidad “no
tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo
soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi
mano derecha victoriosa”.
[Isaías 41:10]
Por
ello, hoy en medio del encierro es tiempo de abrir de par en par las
puertas a Cristo. De abrir a su potestad salvadora los confines de
los estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos
campos de la sanidad, de la cultura, de la civilización y del
desarrollo. ¡No tengáis miedo!, Cristo conoce “lo
que hay dentro del hombre”.
Solo Él lo conoce.
©
Jaume Ferrer – [18 de Abril de 2020 | 18:43 hrs]

No hay comentarios:
Publicar un comentario